Las visiones de Johanna

El amor no le deja dormir. La imagen de una chica le persigue en una habitación del Chelsea Hotel. «Otra vez» piensa él para sí mismo. Es el sinsabor del amor el que vuelve a recorrer su garganta. Está con su chica, con Louise. Ella es dulce, delicada y un punto fantasiosa. Juega a atrapar la lluvia mientras él se encuentra allí varado, prendado de Johanna y de esas visiones que han conquistado su mente. 

Suena la armónica. Y él sigue lamentándose por no poder estar con Johanna. «How can I explain?» se pregunta en mitad de la noche. Se siente cruel, quizás al observar a la inocente Louise. Es un triángulo amoroso del que no consigue escapar. Mientras, su chica se prepara para él, pero en su universo, en su mente, la Madonna sigue sin aparecer. Entremezcla lo onírico y lo real. Una jaula vacía se oxida. ¿Quién vivió en ella? Él sigue allí, desvelado. La armónica sigue sonando, pero ahora solo parece lanzar notas esqueléticas, como él mismo nos cuenta. Y lo único que le queda es la lluvia… y esas visiones de Johanna.    

Su música vive en la nostalgia, y es que el transcurrir de la vida nunca nadie ha sabido transmitirlo como él. Sus letras son indescifrables, herméticas en muchas ocasiones. Pero si algo contienen, ese algo es emoción. En esta canción, Visions of Johanna, conjuga especialmente bien el quebranto del amor con la intrincada escenificación del mismo. El poeta Dylan escribe, hace sonar y canta una composición tan maravillosa como dolorosa. 

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Visions of Johanna (1966) Bob Dylan en Blonde on blonde.